INTRODUCCION:
En el momento actual, a
nivel nacional e internacional, vivimos una crisis social que se ha agudizado
por la violencia y el incremento de la desigualdad, donde difícilmente se aprecia
y respeta la diversidad y por el contrario se favorecen prácticas de inclusión,
que pueden observarse cotidianamente en cualquier espacio de interacción social
(familia, escuela, trabajo, comunidad).
La educación para todos
(EPT) surgió como iniciativa internacional en la Conferencia Mundial sobre
Educación para Todos, celebrada en Jomtiem Tailandia en 1990, su objetivo
fundamental fue: extender los beneficios de la educación a cada ciudadano en
cada sociedad (Seminario UNESCO:2011).
En este sentido debemos
de tener claro que es un deber y compromiso de la escuela y sus actores,
general acciones que reviertan estas problemáticas favoreciendo la inclusión, a
fin de lograr una Educación Para Todos (EPT).
Por ellos el interés en
favorecer la educación inclusiva, en particular las expresiones locales, la
pluralidad lingüística y cultural del país, y a los estudiantes con necesidades
educativas especiales con o sin discapacidad y con aptitudes sobresalientes
(AEB:2011:16).
La educación es un
derecho fundamental y una estrategia para ampliar las oportunidades,
instrumentar las relaciones interculturales, reducir las desigualdades entre
grupos sociales, cerrar brechas e impulsar la equidad.
Por lo tanto, al
reconocer la diversidad que existe en nuestro país, el sistema educativo hace
efectivo este derecho al ofrecer una educación pertinente e inclusiva.
Permitente porque valora,
protege y desarrolla las culturas, sus visiones y conocimientos del mundo,
mismos que se incluyen en el desarrollo curricular.
Inclusiva porque se ocupa
de reducir al máximo la desigualdad del acceso a las oportunidades, y evita los
distintos tipos de discriminación a los que están expuestos, niñas, niños y
adolescentes.
Es posible incluir a
todos los alumnos en las aulas siempre que los educadores hagan el esfuerzo de
acogerlos, fomentar las amistades, adaptar el currículum, graduar las
prácticas. No obstante, la inclusión plena no siempre se desarrolla con
suavidad. En consecuencia, es vital que los adultos opten por la salida fácil de
excluir al niño, si no que busquen soluciones para lograr la inclusión social
satisfactoria.
Debe promoverse entre los
estudiantes, el aprecio y respeto por la diversidad en dos dimensiones: por un
lado al propiciar prácticas que motiven el reconocimiento y tolerancia a las
diferencias; es decir, que cada alumno y alumna sea respetado y reconocido a
partir de su individualidad, de sus capacidades, estilos y ritmos de
aprendizaje, integrándolos de forma proactiva en la clase, en la escuela y en
la comunidad, fomentando a través del trabajo áulico un ambiente propicio para
el diálogo y el trabajo colaborativo.
Se debe orientar a los
alumnos para el aprecio y reconocimiento de la pluralidad social, cultural y
lingüística, (aspectos que distinguen a nuestra nación al ser un país
multicultural).
“Para el logro de estos
principios se debe planificar, instrumentar y ejecutar un currículum inclusivo,
que enfatice las fortalezas y se adecúe a las necesidades de todos los niños en
el aula, de forma que todos tengan éxito en su aprendizaje y participen en
igualdad de condiciones.” Seminario UNESCO:2011.